Los días previos al PET son un poco sensibles. De miedo. Todo me regresa al principio. El simple recuerdo del impacto al recibir una mala noticia me hace llorar. Y es que fueron muchas juntas.
Me acuerdo de mi madre y de lo mucho que sufrió. He conocido de cerca muchos tipos de cáncer y sus alcances.
Desde el peor, más invasivo y devastador de todos, hasta el que se puede curar con un duro tratamiento. Pero se cura.
En el peor de los casos, vi a mi madre elegir alargar su propia agonía por un par de meses (solo para que no estuviéramos de luto en un festejo familiar). Sus días estaban contados y ella lo sabía. De haber sabido lo mucho que iba a sufrir durante su tratamiento y en sus últimos meses de vida, no habría siquiera mencionado o sugerido que lo hiciera. Sólo fueron ocho sesiones de radioterapia y tres quimioterapias.
Sólo fue cuando me enteré que yo tenía linfoma de Hodgkin cuando entendí la seriedad y la gravedad de un tratamiento para salvar tu vida. Fue a unos días de perderla cuando empecé todas las pruebas de diagnóstico. Fue solo entonces cuando comprendí a mi madre. Cuando decía que no tenía fuerza, que le dolía el cuerpo, que tenía nausea, que tenía la boca quemada, que estaba perdiendo la memoria, que nos amaba.
Fue cuando empecé mi tratamiento cuando entendí que mi madre se había sacrificado luchando por nosotros y yo estaba luchando por mi vida.
Esto se trata de amor y de vida. Uno se da cuenta de lo mucho que ama la vida y a los suyos cuando está a poco de perderles.
Dedico el resultado de mi último Pet que me realizaron el 6 de julio a la memoria de los que se fueron, víctimas de esta maldita enfermedad y con todo mi respeto y admiración para quien la padecen o han padecido. A mi suegra, valiente te guerrera, que padece de Cancer de ovario, a mis primas y a mi amiga, valientes luchadoras, sobrevivientes del Cancer de mama, al papá de mi prima, sobreviviente de Cancer testicular. Como ellos, incontables historias de guerreros admirables.
Se necesita fuerza, valor y coraje para salir adelante con esta enfermedad. Todo es posible. Sólo hay que dejarse llevar. Sonreír y agradecer por un día más. Enfrentar día con día lo que viene, luchar con toda tu fuerza por aferrarse a la vida y no darse por vencidos, vale la pena. Poco después se te olvidará el sufrimiento y te darás cuenta que lo lograste, sin saber cómo, pero que se puede ganar la guerra.
Dicen que Dios manda sus batallas a sus mejores guerreros. Y es cierto somos guerreros, luchadores, nada nos detiene.
Seis meses sin Cancer!
Nada de esto habría sido posible sin la gente que con cariño nos rodea. Dedico estos seis meses sin cáncer a nuestros incansables ángeles, A nuestros seres queridos quienes con paciencia y amor cuidan de nosotros, quienes luchan con nosotros como si fuéramos uno mismo, a quienes sufren y lloran en silencio y nos procuran bienestar. Los dedico a los queridos amigos, familiares, a los esposos, a los hijos. Todos ellos son mis ángeles que me motivan a vivir.
Los admiro y los amo!